Exposición Anual 2016 de IKEBANA en el Jardín Japonés

El Jardín Japonés será escenario de la Expo Anual de Ikebana, el arte del arreglo floral. La muestra podrá visitarse entre el viernes 16 y el domingo 18.

La Exposición Anual de Ikebana (Arte del arreglo floral) a realizarse en el Jardín Japonés (Av. Casares 2966, Palermo) podrá ser visitada desde el viernes 16 de septiembre hasta el domingo 18.

El acto de inauguración se realizará el viernes 16 a las 17h. 

HORARIOS
Viernes 16 de septiembre, 12 a 18hs.
Sábado 17 y domingo 18, 10 a 18hs.

ENTRADA AL JARDÍN
– Entrada General $70
– Menores de 12 años gratis (Presentando DNI y acompañado de un mayor – sin excepción)
– Argentinos Mayores de 65 años, Jubilados y Pensionados gratis (Presentando credencial o recibo de cobro y DNI – sin excepción)

IKEBANA

La palabra ikebana se traduce habitualmente como «el arte japonés del arreglo floral», pero en ikebana se pueden usar además ramas recién cortadas, enredaderas, hojas, hierbas, bayas, frutas, semillas y flores, así como también plantas mustias y secas. 

De hecho, puede usarse cualquier sustancia natural, y en el ikebana contemporáneo también se emplean el cristal, el metal y el plástico. 

Siendo una de las artes tradicionales del Japón, ikebana ha desarrollado un idioma simbólico, así como también conceptos decorativos, y el uso de flores y ramas naturales y efímeras hace de la dimensión del tiempo una parte integral de la creación. 

La relación entre los materiales; el estilo de los arreglos; el tamaño, la forma, la textura, el volumen y el color del recipiente; y el lugar y la ocasión para su presentación son todos ellos factores importantes. 

En sus 500 años de historia, ha habido una amplia gama de formas, desde las modestas piezas para decoraciones domésticas hasta enormes paisajes y trabajos esculturales innovadores que pueden ocupar todo un salón de exposiciones. 

Junto con la enorme variedad de trabajos contemporáneos, las formas tradicionales continúan siendo estudiadas y recreadas. 

Además, la práctica de ikebana, también llamado kado, o «el camino de las flores», también ha sido reivindicada como una forma de meditación sobre el paso de las estaciones, el tiempo y los cambios. 

Sus orígenes religiosos y su profunda relación con el ciclo natural de nacer, crecer, morir y renacer pueden dar al ikebana una profunda resonancia espiritual. 

La diversidad de los paisajes naturales de Japón y el estilo de vida antiguo y agrícola IKEBANA prepararon el escenario para el desarrollo del ikebana. 

Una influencia decisiva fue la introducción del budismo desde China en el siglo VI, y con él, la costumbre de ofrecer flores (kuge) a Buda y a las almas de los difuntos. 

Las ofrendas tomaron la forma de sencillas composiciones geométricas de tres tallos, pero para principios del siglo XVII éstas habían evolucionado hacia un estilo llamado rikka, literalmente «flores de pie», creado por monjes budistas de la escuela Ikenobo. 

Esta elaborada forma de arte se realizaba en floreros de bronce altos, y para ello era necesario tener una habilidad técnica muy alta. La rama principal, que era el símbolo del cielo o la verdad, era habitualmente asimétrica, y se doblaba hacia la derecha o la izquierda antes de que su punta IKEBANA volviese al eje vertical central. De la masa central, el centro de una esfera imaginaria, emergían numerosas ramas, cada una con su significado simbólico y su función decorativa propios. 

De manera global, un trabajo de rikka era un microcosmos que representaba todo el universo a través de la imagen de un paisaje. Las características principales –asimetría, simbolismo y profundidad espacial– sirvieron para ejercer una fuerte influencia en desarrollos posteriores. 

En marcado contraste con rikka, el austero chabana, literalmente «flores de té», tuvo su origen como parte de la ceremonia del té (chanoyu) en el siglo XVI. Compuesto por una o dos flores o ramas colocadas en un pequeño recipiente, chabana se convirtió en la base de un estilo espontáneo llamado nageire, que significaba «tirarlo dentro», y en el que las flores o las ramas se ponían en un florero alto y se empleaban medios técnicos sutiles para producir una evocación sencilla y poética de la belleza natural. 

Rikka y nageire definen una especie de contrapunto en la historia posterior del ikebana. Por una parte se ponía énfasis en la técnica elaborada, el tamaño grande, el simbolismo y los estilos fijos. Por otra, había espontaneidad, simplicidad, sugestividad y respeto por las características naturales de los propios materiales. La tensión existente entre los dos estilos llevaría a todas las innovaciones futuras del arte. 

Durante el periodo Edo (1600–1868), Japón disfrutó de paz interna y crecimiento económico estable. El Ikebana, otro terreno exclusivo de los monjes budistas y miembros de la corte y la aristocracia, pasó a ser practicado por muchos samuráis, comerciantes adinerados y otros, incluyendo las mujeres. Durante este periodo, el estilo rikka se hizo más estricto y formal, y entonces emergió y ganó cada vez más popularidad un estilo más sencillo llamado seika o shoka (ambas palabras se escriben con los mismos caracteres chinos), que significa literalmente «flores vivas». 

El estilo seika, aunque seguía siendo más bien formal, empleó una composición de tres ramas basada en un triángulo asimétrico, o escaleno. 

Muchas otras escuelas promocionaron sus propias versiones, pero las tres ramas de la composición empezaron a ser conocidas como ten (cielo), chi (tierra) y jin (ser humano) respectivamente. 

Las variaciones de esta forma se han convertido en la base de la enseñanza del ikebana, hasta en las escuelas más modernas. Otra novedad de este periodo fue la aparición de arreglos intelectuales (bunjin-bana), los cuales reflejaron las sensibilidades de los eruditos y pintores chinos. 

Los arreglos bunjin-bana japoneses tuvieron una influencia muy fuerte sobre el estilo nageire derivado del chabana. Como el bunjin-bana fue practicado como una forma de expresión personal, los arreglos tenían un carácter poco convencional y despreocupado, algo muy diferente de la austeridad de las casas del té, o de la formalidad del rikka o seika.

Además, los orígenes chinos añadieron una riqueza nueva de color y matiz literario. La apertura de Japón a la influencia occidental desde comienzos de la era Meiji (1868–1912) trajo grandes cambios a todos los aspectos de la vida nacional. 

En el ikebana, el estilo llamado moribana, literalmente «flores apiladas», creado por Ohara Unshin (1861–1916), fundador de la escuela Ohara, revolucionó totalmente el arte. Mientras que en todos los estilos tradicionales, los materiales eran reunidos para salir del recipiente por un solo punto, Ohara usó varias Escuela de Ikenobo (foto superior) Esta escuela de arreglos florales fue fundada en el siglo XV por Ikenobo Senkei. Es la más antigua de las existentes. La foto muestra un arreglo de Ikenobo Sen’ei, actual maestro de la escuela Ikenobo.