El director de “La muerte del señor Lazarescu” vuelve sobre la realidad de su país, esta vez en contexto de pandemia. A través de una historia coral de cuatro capítulos, aporta la más hostil y certera de sus miradas, para mostrar la esencia de la condición humana. #CristianPuiu #MMXX #VirginiaSaidon
Reseña de «MMXX» por Virginia Saidón para Palermo Mío
Antes de comentar específicamente sobre MMXX, película del prolífico Cristian Puiu, es interesante conocer las condiciones en las que se armó el proyecto, y contextualizar el momento particular en el que fue filmado.
MMXX nace del trabajo de un grupo de actores no profesionales participantes de un taller, que se reunieron para hacer un guión. Para participar de ese taller pagaron una cuota que luego se empleó para producir la película, junto a los aportes de otros productores.
Al taller asistió el prestigioso director rumano Cristian Puiu que, uniendo cuatro historias surgidas del taller, compuso una película episódica.
La película está, por lo tanto, conformada por cuatro episodios que tienen algunos puntos de conexión entre sí, si bien a lo largo del metraje, no es sencillo encontrar el hilo conductor entre todos ellos. Esto nos resulta importante al ver el film? Diría que no. Y por otro lado, algunos indicios, nos llevan a pensar que son historias vividas en un momento particular de la historia de Rumania, pero a la vez del mundo en su totalidad. En las tres primeras historias, el COVID-19 ocupa un enorme fuera de campo, pero está presente todo el tiempo.
Es una radiografía de Rumanía del 2020 a cargo de un reparto de actores que “vive” un guión escrito a partir de experiencias sentidas, escuchadas o compartidas. Y por eso mismo, la narración esta despojada de recursos que puedan codificarla o hacerla accesible en términos de ritmo y tensión. En forma desordenada y cruda, nos permite vivir las historias mediante una narración irregular.
Durante el primer capítulo, asistimos a la jornada de una terapeuta que espera, sentada con las piernas levantadas, en el sofá de su departamento, mientras escucha a Verdi. Llega una supuesta paciente, pero en mitad de la entrevista irrumpe el hermano de la terapeuta para pedirle dinero. En el segundo capítulo, la sensación de comodidad ha desaparecido y la misma terapeuta se encuentra en una situación angustiante. Nos situamos en otro departamento –o es el mismo?– y la cámara ha perdido estabilidad. Cae la noche y la joven se muestra preocupada; la conversación ronda sobre el manejo médico del parto de una amiga durante la pandemia. Nadie parece poder ayudarla. Ni siquiera su pareja que asemeja ser médico, ni su hermano que sigue mostrándose como el mismo personaje demandante del primer capítulo- los personajes masculinos de la película en general, se muestran bastante ineficaces y poco conectados con la realidad que habitan.
En cualquier caso, llegamos al tercer episodio. Puiu recupera a la pareja de la protagonista, pero en otro espacio. Estirado en el sofá de un pequeño cuarto de hospital, espera el resultado de una prueba de antígenos mientras habla con un amigo.
Ambos parecen ser profesionales de la salud. Entra una enfermera y nuevamente resurge el Covid como parte del quehacer cotidiano. Ellos parecen dos compañeros de trabajo compartiendo anécdotas sobre mujeres en una conversación abstraída del entorno hospitalario Pero la intención parece otra. Lo intrascendente del diálogo nos acerca a una posible representación de la realidad en tiempos de pandemia. Un simulacro de lo cotidiano en apariencia pero atravesado por la enfermedad y la angustia.
Puiu avanza un poco más en el último capítulo, filmado otra vez cámara al hombro, donde lo brutal de la realidad se personifica en la confesión de una mujer, víctima y victimaria de un relato sobre prostitución, venta de niños y tráfico de órganos
MMXX nos habla sobre la condición humana en tiempos de COVID, y es a la vez mismo tiempo una radiografía sobre la sociedad rumana de hoy en día.
No obstante, en el final, cierra con una familia que camina de espaldas, dejando atrás aparatos y desechos clínicos, basura que aparece recurrentemente durante la película. Tal vez, es el deseo de un futuro más justo y esperanzador.
MMXX: un logrado “rompecabezas” -en todos sus sentidos- del genial director rumano