Celebración Mexicana del día de los muertos en los jardines del Palacio Noel

El sábado 31/10, a partir de las 20 horas, Celebración Mexicana del Día de Muertos 2015, en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernandez Blanco – Sede Palacio Noel ubicada en Suipacha 1422. La ceremonia que se llevará a cabo comenzará con la Apertura del Altar de Muertos, luego se presentarán los Mariachis en los jardines y se podrá visitar la exposición de fotos sobre la migración de mexicanos y centroamericanos a los Estados Unidos.

En el marco de la Noche de los Museos 2015, de 8 pm a 3 am, los jardines del Palacio Noel florecerán con los colores y la música de la tradicional Celebración mexicana del Día de Muertos, megaevento que el Museo Fernández Blanco coorganiza junto a la Embajada de México en Argentina desde el año 2000 a través de un montaje especial, una variada programación de actividades y una amplísima y renovada concurrencia de público.

Programación 2015:

Altar de muertos:

Ofrenda dedicada a Roberto Gómez Bolaños «Chespirito» y a Raquel Tibol, Capitán Piluso (Alberto Olmedo) y su amigo Coquito (Humberto Ortiz).

Muestra fotográfica Del Golfo al Pacífico perteneciente al Colegio de la Frontera Norte de México.

Cierre de la exhibición del Altar: 15 de Noviembre.

Organizan:
Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco
Embajada de México en Argentina
Dirección General de Museos del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Día de Muertos

Animeecheri k’uinchekua

La Catrina fue creada por José Guadalupe Posada para hacer una representación metafórica del sector social más encumbrado de México antes de la Revolución. Posteriormente se convirtió en el símbolo oficial de la Muerte y de la celebración del Día de Muertos el 2 de noviembre en México.

Desde noviembre del 2003, la UNESCO declaró la celebración del Día de Muertos como una Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad, en ella se declara que es …una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del País.

Dentro del conjunto de manifestaciones culturales que tienen lugar en el Estado de Michoacán, sin duda destacan las que tienen que ver con las celebraciones enmarcadas en lo que se conoce comúnmente como «Noche de Muertos» y que en Michoacán resultan de particular trascendencia por ser una de las expresiones rituales con profunda significación.

El 1° y 2 de noviembre de cada año, los panteones y casas donde se hace «la espera» se cubren con flores de cempasúchil, velas, fruta, pan, incienso. Altares y tumbas se adornas profusamente, se prepara y comparte comida y bebida, se lleva ofrenda, se reza, hay ambiente festivo y al mismo tiempo se percibe profundo sentido comunitario y orden ceremonial.

La fiesta desde lo purépecha, pueblo indígena, es una oportunidad de vivir un tiempo extraordinario donde lo cotidiano se deja a un lado por unos días para dar paso a momentos en los que es posible el encuentro con lo sagrado, la convivencia colectiva, el rito y los elementos propios que dan cuenta del carácter festivo de la celebración. Se adorna con flores, se levantan altares, se purifican espacios, se llevan ofrendas, se prepara y comparte la comida que cada comunidad reconoce como comida de fiesta: tamales, pozole, atole, chocolate, pan, etc.

Suele decirse que la razón de hacer fiesta no es la muerte, sino la vida continuada o si se prefiere la «otra vida» y la oportunidad de coincidir en un día, encontrarse y convivir los de este mundo, con los del otro, esta es la razón y el por qué de hacer la fiesta de las ánimas.

Este «encuentro» entre los que ya no están pero regresan un día al año a convivir con su familia, en su pueblo, en su casa, es el punto central del elaborado ceremonial, es por ello que se comparte la alegría con los parientes y se reúne la familia toda a comer junto al que «regresa», ofrecerle lo mejor que se tiene pues es una ocasión festiva, así lo dicen también los objetos que entran en juego para la ocasión, la flor, la comida, los cohétes, el pan, el adorno mismo.

La muerte entonces tiene sentido en cuanto deja de ser tal y toma forma del abuelo, la mamá, el hermano, la hija, el pariente que tienen nombre propio y que aunque muerto físicamente, vive en ese otro mundo desde donde gracias al ritual, puede comunicar vida a su familia y a su pueblo.