Cementerio de la Recoleta: celebración por su 202 aniversario

​​​​​​​Cementerio de la Recoleta: celebración por su 202 aniversario
El viernes 22 de noviembre, a partir de las 18 horas, la Orquesta de los Barrios y la cantante lírica Patricia Deleo se presentarán en el Cementerio de la Recoleta para celebrar su 202 aniversario. El encuentro será en el sendero principal del cementerio tras ingresar por el imponente peristilo de la calle Junín al 1760. #cementeriodelarecoleta
 

En el marco del 202° Aniversario del Cementerio de la Recoleta, la Subsecretaría de Gestión Comunal, dependiente del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, invita a los vecinos de la Ciudad a celebrar un nuevo año de uno de los principales atractivos turísticos de Buenos Aires por su patrimonio escultórico. 

Ubicado en el exclusivo barrio de la Recoleta, el gran panteón nacional fue inaugurado el 17 de noviembre de 1822 como el primer cementerio público de la Ciudad.

Por tal motivo, el próximo viernes 22 de noviembre a las 18 horas se presentarán la Orquesta de los Barrios y la cantante lírica Patricia Deleo en el sendero principal del cementerio tras ingresar por el imponente peristilo de la calle Junín al 1760.

Por su parte, Patricia Deleo es una soprano argentina de formación y trayectoria internacional. Se perfeccionó en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y es egresada del programa de perfeccionamiento “Ópera Estudio” del Teatro Argentino de la Plata.

El cementerio de la Recoleta debe su nombre al convento de los monjes recoletos, en cuya huerta fue luego construido el camposanto. 

Famoso por sus numerosos e imponentes mausoleos y bóvedas debe su valor arquitectónico a los tiempos en que Argentina era una potencia económica emergente, a fines del siglo XIX, y las familias más acomodadas de la ciudad comenzaron a mudarse a la zona y a construir panteones deslumbrantes en el cementerio.

Su trazado es obra del ingeniero francés Próspero Catelin. Llevó el nombre de Cementerio del Norte hasta 1949, en que se modificó por el actual.

Alrededor de 1881, el arquitecto Juan A. Buschiazzo, proyectó el actual peristilo y el muro perimetral que rodean el Cementerio de Recoleta.

Fue así que desde ese momento, las familias más tradicionales de Buenos Aires eligieron este lugar para levantar suntuosas bóvedas. Decoradas con mármoles y esculturas, las construcciones que integran el conjunto patrimonial de la Recoleta son obra de destacados arquitectos y artistas. Gran parte de las esculturas que rinden homenaje a los difuntos en las bóvedas datan de principios del siglo pasado, época en que se contrataba a escultores europeos, especialmente italianos y franceses, para la realización de estos trabajos.

A lo largo de sus cinco hectáreas de superficie se destacan las bóvedas y mausoleos pertenecientes a muchos de los grandes protagonistas de la historia argentina: líderes políticos, ex presidentes de la Nación, escritores, Premios Nobel, deportistas y empresarios. Algunas de las tumbas más concurridas son las de Eva Perón, Luis Federico Leloir y Adolfo Bioy Casares, entre otros.

Más de 90 de estas bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional.

El Cementerio de la Recoleta es un símbolo de la historia y la cultura argentina, un destino turístico imperdible y un ejemplo de la riqueza arquitectónica y artística de nuestro país.

Arquitectónicamente, junto con el de Peré Lachaise de París y el de Staglieno de Génova, es considerado como uno de los tres cementerios más importantes del mundo. 

Leyendas urbanas sobre quienes descansan en el Cementerio de la Recoleta

Rufina Cambaceres: la joven que murió dos veces

Rufina era una joven de la alta sociedad porteña que murió súbitamente el 31 de mayo de 1902 mientras celebraba sus 19 años. Tres médicos que habían concurrido al festejo dictaminaron que había fallecido de un síncope. Con los años, esta historia fue atravesada por una leyenda que la transformó. La principal versión cuenta que la madre de Rufina decide suspender el velatorio e ingresar el cuerpo a la bóveda familiar. Al otro día, el cuidador de la bóveda detecta que el féretro de Rufina estaba desplazado. Al abrir el ataúd, se encuentran con el horror: el cuello y la cara de Rufina estaban rasguñados, como así también el interior del féretro. Rufina había sido ingresada viva y había tenido un ataque de catalepsia. La leyenda dice que Rufina se convirtió en una dama de blanco que habita el Cementerio y que algunos vecinos de la Recoleta afirman haberla visto con su vestido blanco detrás de la puerta del Cementerio en las madrugadas. Lo cierto es que los libros del Cementerio constatan que efectivamente Rufina fue velada en esa fecha. Todo lo demás solo es leyenda.

Tiburcia Domínguez y Salvador María del Carril: el matrimonio mortal

El matrimonio entre Salvador María del Carril, vicepresidente de Justo José de Urquiza, y Tiburcia Domínguez fue marcado por el desprecio y las peleas. Tiburcia, conocida por su afición al lujo y la extravagancia, se distanció de su esposo durante más de dos décadas. Cuando Salvador murió, Tiburcia heredó una considerable fortuna y como último acto de venganza encargó un mausoleo en el que las estatuas de ambos miran en direcciones opuestas. En su testamento, Tiburcia dejó claro que no quería que su esposo la mirara ni en la eternidad. De esta forma, las estatuas de los dos cónyuges se mantienen, separadas y mirando en direcciones opuestas, como un recordatorio de su conflictiva relación. La historia de Tiburcia y Salvador es un testimonio de cómo, incluso en la muerte, los rencores y las venganzas pueden perdurar.

Liliana y Sabú: un perro que desafió el tiempo

La historia de Liliana Crociati de Szaszak es otra tragedia que se ha convertido en leyenda en la Recoleta. Liliana murió a los 26 años en un accidente en los Alpes austriacos, pero su bóveda se ha ganado su lugar en la memoria colectiva. La joven quedó inmortalizada en una estatua vestida de novia, acompañada por su perro Sabú, quien también tiene su propia estatua. La leyenda que ha trascendido afirma que el perro murió el mismo día que Liliana, aunque en realidad Sabú había muerto años antes. La figura de Sabú tiene el hocico desgastado por los toques de los visitantes, quienes aseguran que tocarlo trae buena suerte. Algunos incluso sostienen que el espíritu del esposo de Liliana, que sobrevivió al accidente, sigue visitando la bóveda de su amada para dejarle flores. La estatua de Sabú, por su parte, se ha convertido en un símbolo de fidelidad y misterio.

La Dama de Blanco: un encuentro sobrenatural

Luz María García Velloso, una joven que falleció a los 15 años, se convirtió en el centro de una de las historias más perdurables del folclore urbano. Su bóveda, ubicada cerca de la entrada del cementerio de la Recoleta, no es solo un recuerdo de su trágica muerte, sino el escenario de una leyenda que ha capturado la imaginación popular. Según el relato, un hombre la habría visto vestida de blanco y la invitó a tomar un café en La Biela. Al caer la noche, la joven desapareció de repente, dejando su abrigo manchado de café sobre una bóveda. Intrigado, el hombre volvió al cementerio y encontró el abrigo junto a la estatua de Luz María, cuyas facciones coincidían con las de la muchacha con la que había compartido aquella noche. Desde entonces, la leyenda de la Dama de Blanco sigue viva, y su espíritu errante, dicen, busca consuelo por su partida prematura.

Alfredo Gath: el miedo a ser enterrado vivo

Alfredo Gath, empresario dueño de las tiendas Gath & Chávez, temía morir como Rufina Cambaceres, enterrada por error mientras aún estaba viva. Ante tal angustia, Gath mandó a construir un ataúd con un dispositivo de seguridad que le permitiría «salir» si caía en un estado de catalepsia. Este mecanismo hidráulico, que activaba una campana y abría la puerta de la cripta, fue probado por Gath en vida, quien, según relatos, accionó el sistema doce veces, demostrando su eficacia. Pero tras su muerte en 1936, el mecanismo nunca volvió a ser usado y la bóveda de Gath permanece intacta como testimonio de sus temores. La historia del «ataúd con campana» sigue siendo uno de los relatos más escalofriantes relacionados con el miedo a la muerte y al entierro prematuro.

foto: Flickr

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