Inauguración de la Muestra Ilustraciones de Batlle Planas en el Museo del libro y la lengua

Se ha inaugurado «Batlle Planas: Energía de la forma» en el Museo del libro y de la lengua de la Biblioteca Nacional que es una muestra de ilustraciones del artista argentino volcadas en libros y revistas.

En la sala Julio Cortázar se despliegan las ilustraciones de Batlle Planas (Torroella de Montgrí, 1911 – Buenos Aires, 1966) de gran versatilidad que realizó grabados, dibujos en grafito y tinta, collages, pinturas con óleos y témperas, cajas de madera con hilos y elementos móviles, esculturas talladas en madera, instalaciones, murales y cuadernos de recortes.

Reconocido por su afinidad con el surrealismo, Batlle Planas desarrolló su obra gráfica interviniendo tanto en revistas de la comunidad catalana en la Argentina como Resorgiment y Catalunya y en revistas de gran tiraje, como El hogar.

Sobresalen sus dibujos a la pluma y sus grabados en chapa de metal que ilustraron los textos de escritores como Jorge Luis Borges, Olga Orozco, Luisa Mercedes Levinson, Alberto Girri, Enrique Molina, Rafael Alberti y Leopoldo Marechal, entre muchos otros.

«En el museo nos propusimos una vez al año trabajar sobre distintas cuestiones muy específicas de los libros como puede ser una editorial, un género o en este caso el tema de la ilustración en libros», menciona María Pía López, directora de la institución, en diálogo con Télam.

La elección de Batlle Planas -un gran pintor, un artista excepcional- surgió porque todos los rasgos de su obra plástica los veíamos muy condensados en el campo de la ilustración».

La muestra está integrada por libros y revistas «que son parte del acervo de la Biblioteca Nacional en algún caso y en otros son prestados por los herederos del artista. Hay libros con tiradas más grandes para público en general y una edición acotada para bibliófilos, numerada y coloreada por el propio artista. De estos no tenemos ejemplares y tuvimos que pedir a la familia que nos prestara algunos».

Y además grabados, tacos, ilustraciones originales y estudios que él hacía antes de llegar a una versión definitiva, porque tuvimos  acceso a una gran cantidad de material que rodea las ilustraciones de Batlle Planas», pondera.

«Trabajaba mucho con la idea del artista de la energía -esotérica o basada en Wilhelm Reich-, que va a tomar distintos lugares, por momentos parece una idea de la energía esotérica o muy ligado al surrealismo. El va a pensar las fuentes irracionales como impulso a la creación», describe la directora del museo.

Uno de los temas que sobrevuela la exposición es el concepto de enseñanza que Batlle Planas tenía con sus discípulos -abrió un taller en el barrio de Constitución-, a partir del dibujo automático que el lo acerca a la escritura automática del surrealismo.

«Nosotros tomamos un ejercicio que él solía dar en el taller -cuenta-, y se lo proponemos a los visitantes, como una forma de incentivar una fuerza expresiva que la gente puede encontrar despojándose de los clichés que tiene la percepción y los modos más establecidos de mirar».

López llama la atención sobre los libros expuestos, «donde se ve que no tienen un carácter ilustrativo, son más bien los temas de su obra pictórica en general. Motivos, figuras que atraviesan todos sus trabajos. Siempre prima su propia estética sobre el contenido del libro y no hay correspondencia entre texto e imagen».

La curaduría de las muestras en el Museo del libro y de la lengua es colectiva, se hace con el grupo de producción del museo, pero en esta oportunidad la dirección estética y conceptual de la exposición estuvo a cargo de Pablo Licheri, Inés Girola y Esteban Bicesnik.

«Cuando estábamos discutiendo los conceptos de la muestra nos sorprendió la reiteración de algunas figuras y una que a mí me resulta particularmente conmovedora, son unas jóvenes -que el artista llamaba noicas- de una gran fragilidad y al mismo tiempo como hundidas en una naturaleza siniestra», considera.

«Son muy interesantes -prosigue- porque tienen un doble plano, uno las puede ver como naif en un punto y cuando las mira un poco más detenidamente se encuentra con un borde siniestro, oscuro y muy amenazante. Y me gusta ese camino de encontrar esa ambigüedad en obras tan pequeñas, algunas de cinco centímetros».

En su conjunto, la exposición de estas ilustraciones de Batlle renueva el interés por la palabra ilustrada y despierta la reflexión sobre la inasible relación entre texto e imagen.