La Abadía nuevo espacio cultural en el barrio de Palermo

El nuevo centro cultural, con función social, se dedicará al arte latinoamericano y tendrá conciertos y teatro dentro de la vieja abadía. La oferta cultural y conceptual de La Abadía abarca la creación de un espacio de interpretación de exposiciones artísticas, permanentes e itinerantes, que remitan al horizonte trascendente de la persona humana. También incluye conferencias, cursos, talleres, cine debate, charlas, foros y conciertos para el cultivo de la mente y el espíritu. Asimismo, La Abadía ofrecerá un espacio de formación musical para niños, socialmente comprometido, y una residencia artística.

La Abadía será un espacio cultural abierto con el propósito de identificar, curar y poner en escena los puntos de encuentro que existen entre las distintas expresiones culturales de fuerte compromiso con la transformación social. Consciente de la riqueza espiritual de este lugar y siguiendo con la tradición benedictina, La Abadia propone un aporte original para la ciudad que invita a la meditación, la reflexión personal y la inspiración. 

El proyecto fue de la Familia Sodálite, y se trabajó en el edificio para permitir su nueva función sin afectar el patrimonio arquitectónico. De los 5000 m2 del antiguo monasterio se refuncionalizaron ya de 1000 m2, que corresponden al primer piso, con 5 salas para exposición artística, un auditorio para 120 personas y una biblioteca. Todo esto sin contar el jardín, que era el corazón de la abadía y lo es también del nuevo centro. Sebastián Blanco, director de La Abadía, lo resume así: «Así como se respeta el espíritu monacal, se respetaron los materiales originales. Tratamos de que la vida contemplativa del monasterio sirva ahora a una misión apostólica. El proyecto de La Abadía tendrá un fuerte compromiso social».

Cada uno de esos espacios tiene su particularidad. El programa de exposiciones se abrirá con Tierra de encuentros, cielos y colores. Arte de Sudamérica hoy y ayer, la muestra curada por Teresa Pereda, mientras que el auditorio será el lugar para el teatro y la música. La biblioteca, que lleva el nombre del monseñor Eugenio Guasta, merece una consideración aparte: está allí la biblioteca del sacerdote muerto en 2013, ya en anaqueles; la tarea de catalogación y ordenamiento estará a cargo de Ernesto Montequin. El jardín es el corazón, sí, y lo será más cuando se instale allí la cafetería prevista. Pero la blancura del auditorio, que era el viejo comedor de los monjes, y la penumbra de la biblioteca atenuada por los lomos de los libros de Guasta son rincones más recónditos, un poco más reticentes con su encanto.

Las líneas de trabajo del centro son tres: una escuela de música, que incluye una orquesta juvenil; una residencia artística, y las exposiciones de arte en espacios preparados. Guillermo Alonso, el ex director del Museo Nacional de Bellas Artes que es director de Relaciones Públicas e Institucionales de La Abadía, cree que Buenos Aires tiene una oferta amplísima de arte del siglo XX. «Aunque invitaremos curadores y habrá arte contemporáneo, nos interesa la reflexión sobre la producción artística en Latinoamérica que tiene 12.000 años y sobre la que se tiene muy poca conciencia.»

La Abadía tiene el asesoramiento de Silvia Fajre, Darío Lopérfido, Silvia Fajre y Juan Aramburu. «Hay un enorme potencial para conciertos y teatro leído en el auditorio y para actividades performáticas en los ambientes del claustro -dice Alonso-. Hemos hablado con el Ensamble Louis Berger para que hagan música del barroco jesuítico. Es muy probable además que el Coro de Niños del Teatro Colón actúe en la inauguración. Hablamos también con Oscar Barney Finn para planear actividades. Nos gustaría que el Filba y la Feria del Libro Antiguo estén siempre en nuestro calendario.»

Historia

La Orden de San Benito tiene casi 1.500 años de historia, pero menos de un siglo en la Argentina. Llegaron en 1915 enviados por la Abadía Santo Domingo de Silos, en Burgos (España), con la misión de encontrar una residencia para monjes que habían sido expulsados de México por motivos político-religiosos. Primero se establecieron en una estancia en Carlos Casares pero ya para 1920 ocuparon el actual terreno, ubicado en un lugar poco accesible y con buena visibilidad, ideal para un monasterio. Allí, el 5 de octubre de ese año el Abad de Silo llega a esta zona de Las Cañitas para colocar la piedra fundamental de la Capilla del Santo Cristo.

Para la construcción de la Abadía convocan a varios arquitectos de renombre, entre ellos a Alejandro Bustillo, autor del Banco Nación de Plaza de Mayo o el Hotel Llao Llao. Pero finalmente eligen al Padre Eleuterio González, arquitecto también y uno de los primeros seis monjes de la congregación que llegaron a Buenos Aires a principios del siglo pasado.

El sitio elegido respondía al tipo de localizaciones que preferían los benedictinos para sus abadías, como emergiendo en lo alto de la topografía. 

El conjunto se componía de la iglesia abacial, puesta con su ábside de punta a la barranca y al lado un edificio con dos claustros, uno mayor y otro menor. 

El conjunto de La Abadía comenzó a construirse a partir del año 1924, como resultado de un proyecto delineado por el Presbítero Eleuterio González, uno de los primeros seis monjes que habitaron desde principios de siglo. La obra tomó muchos rasgos ideados por González, quien contaba con vastos conocimientos sobre arquitectura. La construcción de los distintos sectores se prolongó durante más de 6 décadas, factor que contribuyó a que se produzca la participaron de numerosos arquitectos y presbíteros en la definición de sus estilos.

En 1941 comienzan la construcción de la iglesia abacial, gracias a una donación realizada por la familia Blaquier, y el claustro con arcadas y capiteles románicos a imitación del claustro de Silos, pero se suspenden las obras en reiteradas ocasiones por la guerra y por falta de recursos. Los aportes altruistas de las familias de Buenos Aires, así como la donación del terreno por la familia Tornquist, en primer lugar, ayudaron a que el edificio creciera reflejando la arquitectura de cada época. El Monasterio siguió creciendo hasta llegar a ser considerado Abadía en octubre de 1950.

Con el crecimiento de la Ciudad, el sitio dejó de ser propicio para los hábitos y costumbres benedictinos. Y en consecuencia se mudaron extramuros a la localidad de Jáuregui. El edificio sobre la calle Villanueva fue concedido al Euskal Echea y la construcción de adelante, entre Gorostiaga y Luis María Campo, fue usada como residencia para estudiantes.

El estilo del edificio es considerado ecléctico y resulta un gran ejemplo de historicismo tardío. Fundamentalmente, en su conjunto posee un estilo neo medieval con referencia de los estilos románico y gótico tardíos. En el edificio se destaca un gran manejo de los llenos y vacíos, así como la riqueza de proporciones, donde los espacios de gran verticalidad marcan la caja. Las arcadas y cielorrasos con arcos de medio punto son parte de esa personalidad. En cuanto al parque que abraza la Abadía se destacan sus galerías monacales (que reivindican el espíritu católico) y el patio central (el cual convoca a situaciones intimistas que responden a la forma de vida benedictina).

La Familia Sodálite 

La Familia Sodálite, en la Argentina desde hace diez años, y cuya nueva sede en la Argentina quedó establecida en la Abadía San Benito, alcanza a muchos millares de personas, que identificadas con la espiritualidad sodálite buscan vivir sus existencias como hijos de la Iglesia, recorriendo el camino de amorización por la piedad filial a María, aspirando a vivir la santidad y dar gloria a Dios con su vida cotidiana y acción. 

Junto a la vida interior, y a las relaciones solidarias y fraternas, los integrantes de la Familia Sodálite, según su estado de vida, buscan un mundo mejor, más justo, fraterno y reconciliado, por lo que se encuentran comprometidos con el desarrollo integral del ser humano. 

En comunión con el Magisterio de la Iglesia, llaman a este objetivo la construcción de la Civilización del Amor. 

La Familia Sodálite se encuentra presente en diversos países de los cinco continentes: Filipinas, Australia, Canadá, Estados Unidos, México, Cuba, Nicaragua, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile, Argentina, Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, España y Angola. 

La Familia Sodálite está estrechamente ligada a la historia del Sodalicio de Vida Cristiana, que surge en Lima (Perú) el 8 de diciembre de 1971 y se inscribe dentro de la historia de las fundaciones religiosas de la Iglesia del siglo XX. 

Las conferencias de Medellín, Puebla y posteriormente Santo Domingo, junto al Magisterio Pontificio significaron también, como ahora, una fuente de aliento y enseñanza, resultando fundamental desde los inicios la Evangelii nuntiandi del beato Pablo VI. 

En 1994 el Sodalicio fue erigido como Sociedad de Vida Apostólica de Derecho Diocesano, y en 1997 san Juan Pablo II lo aprueba como Sociedad de Vida Apostólica de Derecho Pontificio.