La leyenda del Arroyo Maldonado

La leyenda del Arroyo Maldonado
Imagen del video “La Madonada”, de Mara Carrión y Carla di Lorenzo:  https://goo.gl/asZsqF
Es un misterio que aún permanece como tal: la leyenda de «La Maldonado» sigue vinculada al arroyo Maldonado que hoy corre entubado por debajo de la Av. Juan B. Justo.

Nos remontamos al asentamiento originario de la ciudad, realizado por don Pedro de Mendoza, a orillas del río bautizado por Solís como Mar Dulce, de aguas marrones, color de león.

En el libro «Historia y Leyenda del Arroyo Maldonado«, el historiador Diego A. del Pino evoca la leyenda de una mujer llamada La Maldonado.

Según se cuenta, en la expedición del granadino Pedro de Mendoza, iba una mujer de nombre «Maldonado«.

Es fácil imaginar las carencias que habrán pasado los españoles que llegaron a estas tierras en 1536, habiendo desembarcado en nuestras playas, cuando los querandíes salieron a su encuentro, dejándolos aislados y privados de lo imprescindible para subsistir.

Se cuenta que en esos momentos de angustia extrema, la Maldonado habría escapado del precario poblado para terminar deambulando por la llanura, buscando un destino mejor.

De acuerdo con la historia que trasciende gracias al libro del cronista Ruy Díaz de Guzmán “La Argentina” (1611), la Maldonado halló una lomada con una fuente de agua natural donde paró a beber, para calmar su sed, que por ese momento era acuciante.

No se sabe qué pensaba ella, tal vez acariciaba la idea de resguardarse en las tolderías de los nativos del lugar… pero lo sucedido, siempre continuando con la leyenda, es que transitando por la llanura encontró a una «puma-leona» (así la denominaban por aquél entonces) que se encontraba pariendo y a la cual ella ayudó a traer al mundo a sus crías.

Más tarde intentó continuar su camino por la planicie, pero, a esa altura, el hambre y el cansancio causaron que perdiera el conocimiento, no se sabe bien por cuánto tiempo. Fue en esos momentos en que un grupo de aborígenes, que acudían al lugar en busca de agua, la descubre acompañada de la leona y sus cachorros, quienes huyeron al verlos acercarse.

Fue llevada como prisionera a sus posesiones y no se volvió a saber de ella hasta que un día, un oficial de la corona española al frente de un grupo de soldados, la rescató para que fuera luego condenada a morir de hambre y sed, en las garras de las fieras que merodeaban por esos lugares, solo porque había aceptado convivir con los aborígenes.

Para concretar la condena, sus conciudadanos, la dejaron sola, en la orilla de un arroyo que se encontraba ubicado a alrededor de una legua del poblado, atada a un árbol, librada a su suerte.

Pero fue en ese momento en que vuelve a entrar en escena la leona agradecida, quien permaneció al lado de la mujer, protegiéndola y librándola de las fieras que la rodeaban.

Continuando con el relato de Ruy Díaz de Guzmán, tres días más tarde los soldados regresaron a buscar sus restos encontrando, con sorpresa, a la Maldonado viva, pero ya consumida y exhausta: a su lado estaban la leona y sus cachorros.

Ruy Díaz de Guzmán pone fin a su historia con esta frase: «Desatada la mujer por los soldados, la llevaron consigo, quedando la leona dando muy fieros bramidos, mostrando sentimientos y soledad de su bienhechora y haciendo ver, por otra parte, su real ánimo y gratitud y la humanidad que no tuvieron los hombres«.

Pero hay otras versiones de la historia. Roberto Boracchia relata, en el libro «Palermo o San Benito de Palermo«, que «…en verdad no hay documentos positivos que atestigüen tal origen del nombre Maldonado, acaso podría tratarse de la otra Maldonado, la hermosa nativa, incitante y cuartelera, que pierde la vida en un tormentoso drama pasional. Su madre, enloquecida, recorre por las noches las cercanías del apeadero o estación Palermo, llamándola por su nombre de batalla: Maldonado«.

Más adelante, en otra nota sobre el Arroyo Maldonado escribe: «Dice Arnaldo Cunietti Ferrando: el verdadero origen del nombre no ha sido esclarecido. Damos como posible el de Bartolomé Maldonado, propietario de una chacra en el antiguo pago del Monte Grande, cercana a este arroyo«.

Para finalizar,  Boracchia aporta su propia conclusión que tampoco pudo ser comprobada: «Mi tesis es que Bartolomé Maldonado puede ser el sucesor de aquel Suarez Maldonado, que tiene chacra y molino de viento sobre este arroyo a 5600 varas de la Ermita de San Sebastián (bajo del Retiro), tal como se lee en ‘Viaje en un buque holandés’, trabajo de Paul Groussac en la revista ‘Anales, de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires«.

No sé cuál es la verdad, pero me gusta quedarme con la imagen de La Maldonada custodiada por la leona y sus cachorros.

La leyenda del Arroyo Maldonado
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