La muerte de Pechito conmocionó al barrio de Palermo

Pechito, el sin techo que vivía en la esquina de Scalabrini Ortíz y Av. Santa Fé, falleció en extrañas circunstancias. Los vecinos reclaman poder velarlo.

Alejandro Pechito Ferreiro, que hacía algunos meses había cumplido 40 años, falleció el sábado pasado en extrañas circunstancias. Esta es la contínua historia de los desclasados, de los que viven en los márgenes de los márgenes, es la historia de los que son paisaje. 

Pechito vivió más de una década en Palermo. En sus comienzos en el Parque de Santa Fe y Malabia. Más tarde cerca de las bodegas Giol. Desde hacía algunos años se había establecido en la esquina de Scalabrini Ortiz y Santa Fe, a metros del restaurante Plaza del Carmen, casi pegado a la boca de la estación Scalabrini Ortiz del subte de la Línea D. 

Sus pertenencias eran un viejo colchón, un par de frazadas, una tele con cable, un equipo de música y, principalmente, sus perros, a quienes, paradójicamente, había rescatado de la calle: Galo y Pechín.

El viernes 30 de agosto, alrededor de las 11.30 hs, corrió como reguero de pólvora entre los vecinos que mediante un operativo del programa Buenos Aires Presente (BAP), dependiente del ministerio de Desarrollo Social del GCBA, Pechito había dejado su lugar. Algunos vecinos vieron cuando se lo llevaron. 

Según cuentan algunos, Pechito venía sintiéndose mal. Según cuentan los vecinos a Noticias Urbanas, que unos días antes de que se lo llevara el móvil del BAP “apenas levantaba la cabeza para saludar y después seguía durmiendo”, aunque la afección que revestía su estado, a simple vista, no indicaba demasiada gravedad. 

Cuentan también que periódicamente, BAP mediante, se le hacían chequeos. Aquel viernes, aparentemente, un vecino llamó al programa, preocupado: no lo veía bien. Lo llevaron, entonces, con la promesa de una vacante, para él y sus perros, en el hospital Rawson. Allí nunca ingresó. Luego pasó por el Penna, donde le hicieron placas y exámenes de rutina. Sin embargo, no está registrado su paso por el hospital de Parque Patricios. 

Lo que sigue es una desaparición de dos días. ¿El resultado? Pechito golpeado, semidesnudo y descompensado en las inmediaciones del Nuevo Gasómetro, la cancha de San Lorenzo. En el hospital Piñero estuvo en la guardia, y en el Fernández, con la salud deteriorada, sólo lo trataron en la guardia: terminó en el Rivadavia, en terapia intensiva, encontrando la muerte el sábado al mediodía. 

Los vecinos lo acompañaron en el periplo hospitalario, turnándose para cuidarlo. Dicen que murió de neumonía. Eso dicta, al menos, su partida de defunción. Hoy su cuerpo yace en la morgue porteña. 

Los vecinos de Palermo quieren saber de la autopsia pero con peritos de parte. Y quieren realizar un velatorio.