Lagartijas en mi balcón de Palermo

Una lagartija en mi balcón en Palermo
Una lagartija en mi balcón en el barrio de Palermo
Sabía que hay lagartijas en la ciudad de Buenos Aires, pero nunca había visto una de cerca aquí. De chica jugaba con ellas en la playa, así que no les tengo ni miedo ni aprensión y, por el contrario, se que debo estarle agradecida por haber elegido mi casa, porque se alimenta de insectos.

 

Cada jardín, cada balcón, tiene un hábitat propio: arañas, hormigas, cienpiés, por mencionar algunos, pero además, en las ciudades hay cucarachas y alacranes: la lagartija se alimenta de todos ellos. Razón por la cual no hay que combatirlas ni capturarlas: no son peligrosas para el ser humano, no provocan enfermedades y cuidan la ecología. Si intentás atraparla podrían morderte, pero sentirías apenas un ardor, no es peligroso ni te lastima.

Se adaptan fácilmente a las zonas más urbanizadas y templadas. Sus patas con ventosas son ideales para trepar por paredes de edificios y casas, característica que mejor las predispone para la ciudad. Su aspecto se destaca por su piel escamosa y seca, con ojos que poseen una pupila elíptica, que le posibilita visión nocturna. Suelen medir entre 5 y 10 cm. Son muy asustadizas y vuelven locos a los gatos que sueñan con atraparlas. Si se les desprende la cola, les crece otra (en realidad no es otra cola sino un tejido cicatrizal que aparenta una).

Si no querés que entren en tu casa, podés colocar protecciones bajo las puertas ya que pueden ingresar por espacios pequeños o colocar bolitas de naftalina cerca de las puertas ya que los olores fuertes las mantienen alejadas, pero por favor no las mates ni trates que sea tu mascota metiéndola en una jaula.

En la ciudad de Buenos Aires hay dos especies, ambas son oriundas de África y Europa:

  • Taréntola mauritánica: también conocida como salamanquesa, arribó a nuestro país entre los cargamentos de corcho y alcornoque. 
  • Hemydactilus: habría llegado por la provincia de Misiones, con la esclavitud.