Renovación del Pasaje Bollini en el barrio de Recoleta

El Presidente de la Comuna de Recoleta Facundo Carrillo y el Jefe de Gobierno electo Horacio Rodríguez Larreta recorrieron esta tarde el renovado Pasaje Bollini en una caminata con vecinos y comerciantes de este emblemático lugar de la Ciudad.

Rodríguez Larreta y Carrillo pudieron conversar con los representantes de La Dama de Bollini, el fotógrafo Aldo Sessa que tiene su estudio en el lugar y decenas de vecinos. Se propusieron pensar alternativas de mayores mejora para la zona.

Carrillo, el comunero más votado en las últimas elecciones porteñas declaró que: “Estamos muy conformes con esta primera etapa de puesta en valor del Pasaje y eso fue posible en gran parte gracias a que los vecinos se organizaron y plantearon sus propuestas de la mejor manera. Lo que vino después desde el Estado fue el puntapié para lograr esto.»

Las obras para renovar el Pasaje incluyeron la pintura de las fachadas con colores a elección de los vecinos y la colocación de expendedoras con bolsas para recoger excrementos de mascotas. Asimismo, se prohibió el estacionamiento de automóviles. En una segunda etapa, se renovarán todas las luminarias.

Pasaje Bollini (Fundamentos del Proyecto de Ley presentado en 2006 por el legislador Norberto La Porta al plantear la zonificación APH para la totalidad de los predios frentistas del Pasaje) 

El Pasaje Bollini, figura en la nomenclatura urbana de la Ciudad de Buenos Aires desde el 27 de noviembre de 1893, corroborada el 28 de octubre de 1904, fecha considerada de sanción definitiva de la Ordenanza correspondiente. Nace en French 2937 y finaliza en José Andrés Pacheco de Melo 2800.

Los terrenos que lo conforman fueron donados por Francisco Bollini a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y al poco tiempo se abrió la calle, hoy constituída en Pasaje con la totalidad de sus predios edificados. Francisco Bollini era arquitecto, nacido en Italia en 1814, arribando al Río de La Plata en 1840, víctima de persecuciones políticas en la península. Sentimentalmente Garibaldino, se sumó a las filas  de la Legión Italiana comandada por Garibaldi, permaneciendo en aquellas, en la Banda Oriental durante cinco años, hasta que llegó a Buenos Aires, para dedicarse a la construcción.

Los primeros trabajos de nivelación y desagüe de calles le corresponden, sin embargo rehusó de los diferentes ofrecimientos para ocupar cargos públicos, dedicándose enteramente a la actividad privada. Era propietario de una enorme quinta junto al arroyo Maldonado, las vías del ferrocarril Central Argentino y las Avdas. Santa Fe y Córdoba. Años más tarde adquirió nuevos terrenos ampliando la superficie antes mencionada, aunque cedió algunas parcelas a la comuna de Buenos Aires, poco antes de su fallecimiento, el 23 de abril de 1887.

El Pasaje Bollini se fue poblando desde finales del siglo XIX, ofreciendo en la actualidad varias fachadas, con escasas intervenciones, de principios del siglo XX. Casas “Chorizo”, algunas con entrada de corralón, para «chatas» tiradas por caballos y posteriormente los viejos camiones de pequeño porte, que invadieron la ciudad en los años veinte y treinta. Posee, aunque con intervenciones desafortunadas casas predominantemente bajas, la mayoría de planta baja, a lo sumo con la incorporación de un piso alto; esta característica le otorga un perfil de altura parejo y una proporción adecuada  con una calzada angosta, de veredas aún más angostas.

En las esquinas, al amparo de la codificación existente y de los anchos mayores de las calles transversales, se han levantado edificios en altura, desproporcionados con el angosto Pasaje, creando una preocupante ruptura con el perfil edilicio existente y avanzando sobre algunos predios del Bollini, desnaturalizando la serena simetría del mismo. Todo este perfil descripto, está tapizado con un pavimento de adoquines antiguos, que si bien han recibido tareas de mantenimiento a lo largo del tiempo, conservan gran parte de la superficie original, otorgándole al conjunto un carácter de preservación patrimonial que se enfatiza en el mantenimiento de varias fachadas, demostrativas de la identificación de sus propietarios con las raíces  constructivas originales, de cada uno de los predios. La tipología interior se mantiene en varios casos, intervenida en sus paramentos y a veces en sus carpinterías, pero siempre manteniendo el espíritu de esos espacios interiores abiertos a la entrada de luz y a la contemplación del firmamento.

Las características apuntadas del paisaje urbano, se refuerzan con el soporte intangible generado por los vecinos; creadores de una atmósfera barrial, de sana comunicación social y conformando grupos de encuentro cultural, que seguramente desaparecerían con la incorporación de construcciones en altura, donde se modificaría el espíritu referido, invadido por infinidad de departamentos y una tipología edilicia que particiona el tejido urbano, modificando las características de vida , planteadas actualmente por sus habitantes. Hoy transitan por un Pasaje a escala humana, observando en los viejos edificios, en patios y fachadas las raíces que identifican un singular estilo de vida, que las megalópolis contemporáneas han arrasado.

Varios escritores, fotógrafos artísticos, y pintores se refirieron al «Encanto del Pasaje Bollini. Encanto de un perdido rincón tuyo, que gracias a un grupo de gente sensible se ha transformado, en uno de tus pasajes más poéticos. Da ganas de vivir allí, o por lo menos de andar por allí, detenerse en el corralón donde se sirven comidas y cocktails, en el anticuario, en los floristas y sus plantas, en las casas que, inspiradas por la atmósfera del lugar, rivalizan en gracia sencilla «inolvidable escrito de Manuel Mujica Láinez, que lo amaba entrañablemente, al igual que Borges, asiduo transeúnte o de sus actuales vecinos: Aldo Sessa y García Uriburu, por mencionar algunos de los más célebres.