Todos ellos fueron plantados, en algún momento, por vecinos y vecinas de la zona. Se los denomina «incorporaciones no planificadas». Se trata de 18 Ficus (17 Benjamina y 1 Elástica), una Mora (Morus) y dos Níspero Japonés (Eryobotria Japónica), todos en buen estado. Pero la cuenta no termina ahí, son en total 76 los árboles que se remueven en el Parque Las Heras. Esta fue la razón por la cual nos contactamos con María Angélica Di Giacomo, fundadora del grupo de facebook «Basta de mutilar nuestros árboles» quien, desde hace años, lucha por salvar los árboles de la ciudad de Buenos Aires.
Hasta hace pocos días, al caminar por mi ciudad y por mi querido barrio de Palermo, miraba balcones, frentes de edificios, las personas con quienes me cruzaba, vidrieras… pero no a los árboles. A raíz de esta nota comencé a observarlos y me llevé una triste sorpresa: no estaban como yo imaginaba.
María Angélica nos dice que “la ignorancia de unos y el interés por hacer negocios de otros, está convirtiendo la ciudad de Buenos Aires en un lugar hostil y violento”.
“Las personas, cuando caminan por las veredas no miran los árboles, pero en verano caminan por la vereda de la sombra (que proporcionan los árboles). El cemento (baldosas, piedra, etc.) de las calles, refleja la radiación que recibe, en cambio el árbol absorbe la radiación porque con esa energía hace fotosíntesis. Si no hay fotosíntesis porque no hay árboles, se está rompiendo uno de los eslabones principales de la vida en el planeta”.
El follaje de los árboles produce por fotosíntesis el oxígeno que respiramos y absorbe dióxido de carbono (una de las sustancias cuya acumulación produce calentamiento global), evita la contaminación visual y sonora, nos protege del calor agobiante y del sol en verano haciendo que la temperatura disminuya varios grados en las calles arboladas, y absorbe sustancias contaminantes. Las copas frondosas ralentizan la caída del agua de lluvia, cobijan a las aves y proporcionan goce estético. El paisaje arbolado beneficia nuestra mente y espíritu, disminuye el nivel de agresión urbana y genera sensación de sosiego, aunque muchas personas no sean conscientes de ello. El arbolado urbano es además parte de nuestro patrimonio cultural y un atractivo turístico y al destruirlo se está arrasando con el patrimonio paisajístico de los ciudadanos y ciudadanas de la CABA.
“La gente se sensibiliza frente a la extracción, pero no frente a la mutilación, creen que eso es un procedimiento normal. Debemos lograr que la gente se preocupe y actúe contra la poda que es la destrucción lenta del árbol”.
En las comunas porteñas, el presupuesto más caro es de poda y arreglo de veredas
Los árboles de la ciudad de Buenos Aires son maltratados, desde hace años, a través de podas que no son otra cosa que mutilaciones: un árbol que recibe una poda descontrolada, y fuera de época, cuatro o cinco años después enferma y termina muriendo. Ese árbol es reemplazado por otro que será podado 5 años después, para repetir el mismo ciclo… En 2016 se abonaba, por podar un árbol $7000 (siete mil pesos), en las Comunas 2 y 14 la empresa contratada es Mantelectric, la misma que se encarga de las luminarias; por poner un nuevo árbol se abonaba $1.500 (mil quinientos pesos) y $15.000 (quince mil pesos) por cada extracción. Negocio redondo e infinito. Sin embargo, o para que ello siga ocurriendo, no existe presupuesto para mantenimiento.
La Lic. María Angélica Di Giacomo nos cuenta que la costumbre de podar a los árboles proviene de los frutales, ya que ellos responden a la poda generando muchos frutos porque perciben que van a morir y es la manera de perpetuar su especie. En cambio, los árboles que viven en nuestras veredas, llamados «árboles de alineación», no necesitan ser podados. En el caso de estos árboles, la poda se denomina de «refaldado» (elevación de la copa), se recomienda a 2,50 mts. en la acera y 3,30 en la calzada, pero se está haciendo a 10/12 mts., lo que significa que queda un poste pelado con un penacho en la punta, lo cual se convierte en un peligro, y no es casual que en las tormentas caigan árboles».
“Dado que no pueden tener ramas desde abajo, en el vivero les hacen una poda de formación; no se les debe cortar el ápice, porque si se corta, el árbol crece a lo ancho y no a lo alto. Con estos cuidados iniciales, sólo se podan las ramas que se secan o las que están enfermas y para esto hay que observar cada árbol. No se puede hacer una poda sistemática a todos los árboles de la cuadra”.
La justificación de la mayoría de estas mutilaciones es que tapan luces, carteles, semáforos, etc., de las calles, y la solución sería agregar luminarias más bajas o podar solamente aquellas ramas obstructivas, sería mucho más económico y sustentable.
Luego de las podas los árboles comienzan a morir porque:
- El árbol necesita sus hojas para alimentarse, porque a través de ellas hace fotosíntesis, produce oxígeno (que también necesitamos los seres humanos) y su alimento. En las podas suele eliminarse el 80% de su follaje, razón por la cual el alimento que producen no les alcanza.
- El corte de las ramas produce heridas que se transforman en grandes agujeros que por un lado producen «estrés bioquímico» que disminuye sus defensas y además heridas de tan gran tamaño impiden el proceso de compartimentalización. Esos agujeros son la puerta por la que ingresan agua de lluvia, plagas, bacterias. La consecuencia, luego de pocos años, es que el árbol tendrá huecos en las ramas principales y hasta en el tronco, con lo cual será una justificación para extraerlo.
- Cuando las planteras se obstruyen, con cemento o baldosones, por ejemplo, el árbol no recibe agua y las raíces no reciben oxígeno, razón por la cual las raíces se elevan y rompen las veredas. Para solucionar esa vereda rota se cortan las raíces, el árbol pierde sustentación y luego, con las tormentas, algunos árboles, sanos, caen.
- Si un árbol está rodeado de cemento, cuando hace mucho calor, recibe toda la radiación en la parte de abajo de la hoja que no está preparada para eso. Así muchos árboles también mueren.
Hay quienes piden que se poden sus árboles porque cuando caen las hojas ensucian sus veredas, y a veces son ellos mismos los que cuando sacan a pasear a sus mascotas no llevan bolsa para levantar sus excrementos.
“Todos los seres vivos ensuciamos y todos los seres vivos necesitamos cuidados. Los árboles que están en las veredas deben ser cuidados porque sufren mucho estrés. Hay que pensar que la ciudad no es el lugar natural del árbol. Pero los humanos los necesitamos, por lo tanto, los debemos cuidar”. «Los árboles necesitan agua, y deberían ser regados todos los días. Los mismos vecinos podrían hacerlo, se los podría incentivar con descuentos en el ABL para que se ocupen de embellecer los canteros de sus veredas; los árboles son el cobijo de las aves, también debemos pensar en eso«.
“La invasión de edificios, la escasez de espacios verdes, el aumento de la contaminación, hacen que Buenos Aires sea cada vez más hostil y sus habitantes más violentos. El verde produce sensación de paz y armonía y Buenos Aires está muy por debajo de lo estipulado por la OMS en cuanto a espacios verdes”.
En el año 2012 la ciudad de Buenos Aires contaba con 417.000 árboles. En 2017 tenemos muchos menos.
«Necesitaríamos 400.000 árboles más. Hay que preguntarse cuántos árboles hay que plantar para compensar la pérdida de un árbol de 80 años, hay que hacer el cálculo de cuántas hojas tiene un árbol de esa edad, qué fotosíntesis puede hacer y recién ahí calcular cuántos arbolitos se necesitan.«.
La Dra. Claudia Heras presentó una medida de amparo a la cual, el Juez Scheibler, otorgó una medida cautelar: el Gobierno debe suspender “cualquier actividad de poda y/o tala del arbolado público existente en la Ciudad que no cumpla con lo dispuesto por los artículos 10, 11 y 12 de la ley 3263, siempre que no mediasen situaciones excepcionales que no admitan demora, las que –de configurarse– deberán ser individualizadas, debidamente fundadas y puestas en conocimiento del Tribunal”. Pese a ello, no se respeta en la mayoría de las comunas.
La ley N° 3263 , protege al Arbolado Público Urbano, que aún no está reglamentada dice que:
- En su artículo 28: “…la Autoridad de Aplicación deberá confeccionar el Plan Maestro del Arbolado Público de la Ciudad de Buenos Aires en el plazo máximo de doce (12) meses desde la promulgación de la presente Ley”.
- También establece que el Plan Maestro del Arbolado Público debería haber estado redactado en enero del 2010 y, sin embargo, siete años después, sólo está el primer capítulo.
- Define quienes están habilitados a realizar la poda:
Artículo 11.- Personal técnico: El personal afectado a las tareas de evaluación técnica, plantación, poda, trasplante o tala, o cualquier otra intervención sobre el arbolado público, deberá estar habilitado para la realización de las mismas mediante capacitaciones y evaluaciones sobre cada labor.
Artículo 12.- Habilitación: La Autoridad de Aplicación instrumentará las medidas a fin de certificar la capacidad del personal para la evaluación técnica de los árboles.
Artículo 13.- Poda: La Autoridad de Aplicación podrá efectuar estas tareas en ramas y/o raíces cuando sea necesario.
Y sobre el Parque Las Heras, es de destacar que está protegido por estas leyes:
- Ley N° 12.665 y su modificatoria, la Ley N° 27.103, ambas nacionales, el decreto PEN 2388/2008, incluye al Parque en el patrimonio nacional, pero se limita a la esquina de Las Heras y Salguero, donde se estima fusilaron a Valle.
- Ley N° 1227 de CABA, la ley N° 2.468 del año 2007 incluye al Parque dentro del patrimonio cultural de la CABA.
- Ley N° 25.743 protege el patrimonio arqueológico y al Parque «per se», sin necesidad de otra norma específica, ya que, al haber restos arqueológicos no presuntos sino constatados empíricamente, la Ley obliga a que cualquier intervención se haga con un plan de manejo arqueológico que incluya la presencia de arqueólogos/as en cada tramo de la misma.